Alemania es conocida nacional e internacionalmente como Rieslingland, y el Riesling ha sido un éxito de la crítica. Pero si tuviera que apostar por la variedad más popular entre los consumidores de vino de su país, probablemente haría bien en apostar por el Pinot Gris. Si se pregunta a los viticultores qué vinos se agotan primero, en la mayoría de los casos se trata de las variedades de Borgoña, es decir, además de la Pinot Gris, sobre todo la Pinot Blanc y la Chardonnay (la Auxerrois sólo juega un pequeño pero a veces fino papel de outsider en términos de volumen).
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Las cifras de las estadísticas de cultivo se corresponden: el Pinot Gris y el Pinot Blanc han duplicado con creces su superficie de cultivo en los últimos 20 años, y el Chardonnay -que venía de un nivel bajo- se ha multiplicado por quince. Mientras que la superficie de Riesling se ha mantenido en unas buenas 23.000 hectáreas y las de casi todas las demás variedades de vino blanco han disminuido, en algunos casos de forma masiva, los viñedos de Borgoña han crecido hasta un total de casi 14.000 hectáreas, y la tendencia sigue aumentando con fuerza.
