En aquella época, sólo había dos Grand Cru A en Saint-Emilion (ahora hay cuatro: Ausone, Cheval Blanc, Angélus y Pavie); en aquel momento, estos vinos eran -desde la perspectiva actual- todavía "asequibles"; hoy, la proporcionalidad se ha perdido. Puro presige y objetos de especulación. ¡Qué lástima! El vino favorito de mi mujer (en aquel entonces) era el Ausone. Por qué Ausone en particular, no lo sé. Sin duda es un vino excelente, pero hay muchos otros vinos excelentes en Borderlais. Así que compré una o dos botellas para mi mujer (y para mí) de vez en cuando, para nuestro deleite. Pero entonces llegó la añada de 1997, una añada débil -también en Saint Emilion- pero no en Château Ausone. Desde 1995 (cuando se convirtió en el único propietario), Alain Vauthier ha reasignado los distintos viñedos, ha utilizado sólo las mejores parcelas para su primer vino, se ha esforzado mucho en el viñedo y ha llevado a cabo una fuerte selección. En cualquier caso, el del 97 fue uno de los pocos vinos realmente buenos de St-Emilion. Ya me entusiasmó en la cata de barriles y me suscribí a cuatro botellas. Desde entonces, nos referimos a estas botellas como nuestra "caída en desgracia", porque en aquel momento costaban el doble, casi el triple, del precio de los años anteriores de un plumazo. Un "pequeño detalle" que he pasado por alto. La "caída del hombre" quedó en el sótano, esperamos pacientemente el día en que el pecado sería perdonado, en un día muy especial, un cumpleaños redondo, en un evento social o yo sé cuándo y dónde... El día indicado no llegó. Al menos, nosotros no lo percibimos. Luego, cuando el vino no aumentaba en las subastas (y en las críticas) sino que mostraba una contracción constante, abrí una botella -en un día casi normal- y me di cuenta de que aún quedaba algo de este vino wow, pero no mucho del "wow". Por supuesto, seguía siendo un buen vino, probablemente uno de los mejores de la añada. Pero mientras tanto estaban el 2000, el 2005, el 2009... Sin embargo, ¡por mucho más de 1'000 francos (la botella)! Nuestra "caída en desgracia" es un golpe de suerte.
Así que resultó que abrimos el penúltimo Ausone de la cosecha de 1997 en (mi) medio cumpleaños. El día estaba fijado, pero las circunstancias fueron más bien una coincidencia. Estábamos en un campamento, viviendo la vida simple, por así decirlo: Tienda de campaña, cocina de gas, mesa plegable, etc. Fue entonces cuando la "caída en desgracia" entró en el vaso. Un vino que costó más de 300 francos en su momento, en la mesa del camping frente a la tienda, donde una noche no cuesta ni la décima parte. Quien dice que son verdaderos snobs probablemente tiene razón. Pero esta historia me enseña: 1. los vinos pueden disfrutarse en cualquier lugar. 2. los vinos no deben ser guardados hasta el último momento. 3. Los altos precios del vino no garantizan el máximo disfrute. 4. No, no vayamos por ahí... Nuestra "Caída del Hombre" era un hermoso vino, ya muy, muy maduro. Ya ha perdido gran parte de su complejidad, se ha adelgazado, todo se ha debilitado un poco, el bouquet, el color, los aromas, su potencia, la armonía... Ha agotado su potencial y empieza a decir adiós. El otrora grandioso Ausone (de la débil añada 1997) se ha convertido en un buen vino cuya sustancia no es (ya) suficiente para repetir las antiguas maravillas.