Franciacorta es la principal denominación de vinos espumosos de Italia. No sólo la calidad de los vinos es siempre alta. Los productores también establecen normas en otros aspectos. Dos tercios de la superficie cultivada están certificados como ecológicos, un récord internacional. Raffaella Usai habló con Silvano Brescianini. Es presidente del Consorcio de Franciacorta desde 2018 y fue el primer viticultor de la región en convertirse a la producción ecológica.Hoy en día, Franciacorta es uno de los pioneros internacionales de la viticultura ecológica. ¿Cuándo empezó el replanteamiento?
Silvano Brescianini: Lo iniciamos en nuestra bodega en 1998. Pero tras el cambio de milenio, otras bodegas de Franciacorta también empezaron a ocuparse del tema. Hay que recordar que el cultivo ecológico no es un problema técnico, sino una cuestión de mentalidad. Para un viticultor que ha utilizado herbicidas y plaguicidas sistémicos en sus viñedos durante décadas, la conversión a la agricultura ecológica resulta aterradora y arriesgada al principio.
Como pionero de la agricultura ecológica en Franciacorta, ¿sintió mucho viento en contra al principio?
Silvano Brescianini: En los primeros años había muchos que me sonreían, pero eso no me impresionaba. Estaba convencido de que estaba haciendo lo correcto. Muchos de los que inicialmente rechazaban la agricultura ecológica se convencieron con el tiempo porque vieron que realmente funciona. Compartir experiencias es eminentemente importante para el crecimiento común de una denominación. Siempre me ha gustado compartir mis experiencias y todavía lo hago.
¿Qué ha cambiado desde entonces?
Silvano Brescianini: En los últimos veinte años, la conciencia de los viticultores de Franciacorta ha cambiado. En la actualidad existe una gran sensibilidad por la sostenibilidad y por el tema de la biodiversidad, que será cada vez más importante en el futuro. Al principio, todo el mundo se preocupaba por prescindir de los pesticidas y seguir haciendo buen vino. Lo hemos conseguido. En un segundo paso, ahora queremos trabajar juntos para mejorar la vitalidad del suelo y la biodiversidad de la región.
¿Cómo se hace sentir eso?
Silvano Brescianini: Mientras tanto, existe incluso una cierta competencia entre las bodegas, en un sentido positivo, para superarse mutuamente en términos de biodiversidad en el viñedo. Todo el mundo ha comprendido que la calidad de un vino está estrechamente relacionada con la salud del ecosistema. Cuanto mayor sea la biodiversidad, más insectos beneficiosos, mejor será el viñedo.
¿Cuáles son los objetivos del consorcio?
Silvano Brescianini: El consorcio se compromete a proporcionar a todos los viticultores los conocimientos necesarios para medir y aumentar la biodiversidad de sus viñedos y suelos. Al mismo tiempo, pretendemos aplicar la protección de las plantas de la forma más específica y suave posible. Nuestro concepto de sostenibilidad incluye tanto la reducción de pesticidas y herbicidas en los cultivos convencionales como la reducción de los gases de efecto invernadero. También controlamos el uso de equipos y maquinaria agrícola, así como el consumo de energía y agua de las bodegas. Además, se realizan mediciones periódicas de los balances de CO₂ de las bodegas. No sólo nos preocupa la certificación ecológica, eso sería demasiado corto de miras. Todos los viticultores, incluso los que no están certificados como ecológicos, siguen una estrategia respetuosa con el medio ambiente y comparten las aspiraciones del consorcio. El hecho de que todos tiremos en la misma dirección me llena de orgullo.
¿Qué opina del problema del uso del cobre como metal pesado en la agricultura ecológica?
Silvano Brescianini: Por el momento, el cobre sigue siendo el único agente del cultivo ecológico que protege eficazmente contra la peronospora, es decir, el mildiú. El uso del cobre y la consiguiente acumulación en el suelo es un tema importante, y se está investigando mucho al respecto. Pero los viticultores también saben ahora cómo reducir el cobre aplicándolo de forma diferente. Sin embargo, sería deseable una alternativa natural. Estoy seguro de que habrá uno en los próximos años.
¿Es difícil trabajar de forma orgánica en Franciacorta? Sin duda, hay zonas de cultivo en Italia donde el clima lo hace mucho más fácil.
Silvano Brescianini: Está claro que las regiones del centro y el sur de Italia tienen ventajas climáticas. Franciacorta se encuentra a los pies de los Prealpes, por lo que tenemos muchas tormentas y lluvias regulares. Pero si en nuestra región hay 2.000 hectáreas de tierra cultivada ecológicamente, eso es una prueba de que no puede ser tan problemático. El conocimiento y el saber hacer de los viticultores crece de año en año. Lo que pudo ser difícil al principio es ahora una rutina.
¿Favorece el cambio climático a la agricultura ecológica?
Silvano Brescianini: El cambio climático hace que todo sea mucho más difícil, y eso se aplica tanto al cultivo ecológico como al convencional. Los extremos climáticos aumentan, las añadas son muy diferentes, ya no se puede trabajar con recetas estándar. 2015 y 2017, por ejemplo, fueron muy calurosos y secos, mientras que 2014 y 2016 fueron más bien frescos y muy lluviosos. Hoy en día, hay que contar con todo.
Dos tercios de la superficie cultivada están certificados como ecológicos, pero el consumidor sólo encuentra el logotipo ecológico en unas pocas botellas de Franciacorta. ¿Por qué?
Silvano Brescianini: Algunas bodegas sólo cultivan una parte de sus viñedos de forma ecológica, mientras que otras zonas se siguen cultivando de forma convencional o están en proceso de reconversión. Dado que las uvas ecológicas no suelen procesarse por separado, los vinos no pueden ser certificados como ecológicos. En cambio, la Franciacorta DOCG sale al mercado como muy pronto dos años después de la cosecha. Por lo tanto, los vinos siempre llevan al menos dos años, a menudo mucho más, de retraso con respecto a la realidad del viñedo. Sin embargo, el número de botellas con logotipos ecológicos aumenta constantemente. En un futuro no muy lejano, el porcentaje de botellas con certificación ecológica se corresponderá aproximadamente con el de la superficie con certificación ecológica.
En Franciacorta, existe la variedad de uva antigua y autóctona Erbamat, a la que se le ha permitido entrar en los vinos con una cuota del diez por ciento desde 2017. Ha estado muy comprometido con el cambio de las normas de producción. ¿Qué hace que Erbamat sea tan especial?
Silvano Brescianini: La variedad es originaria de la zona de Brescia desde hace 500 años, lo que la hace muy valiosa desde el punto de vista histórico. Pero lo que es mucho más importante es que se caracteriza por su carácter especial, especialmente adecuado para la producción de vinos espumosos. Tiene una acidez elevada y un pH bajo, es poco aromática y de maduración tardía. Todo esto lo hace muy interesante.
¿Así que el Erbamat tiene ventajas en cuanto al cambio climático?
Silvano Brescianini: En el pasado, los agricultores no cultivaban el Erbamat porque nunca maduraba realmente. El cambio climático ha cambiado eso. Ahora se cosecha en octubre, mucho más tarde que el resto de nuestras variedades y puede ser muy útil a largo plazo.
¿Qué extensión tiene ahora la zona de Erbamat?
Silvano Brescianini: Todavía es relativamente manejable. En los últimos diez años, se han realizado numerosos ensayos con esta variedad. Pero lo que aún no sabemos es cómo evolucionará con el tiempo en la botella. Sigue faltando experiencia. En Erbusco también se ha plantado un viñedo de prueba junto con la Universidad de Milán y se está trabajando en la selección de clones. Una decena de bodegas ya han plantado Erbamat, pero actualmente falta material de plantación. En los próximos dos o tres años habrá plantones a mayor escala y entonces la superficie también aumentará.