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Helmut Mathern con su familia

La modestia no era sólo un adorno para él, sino una actitud ante la vida. Sin grandes aspavientos, Helmut Mathern -al principio junto con su padre Oskar, fallecido en 1993- estableció la finca de Niederhausen, que con el tiempo había crecido hasta las 12 hectáreas, en la cima de todas las fincas vinícolas del Nahe. Le movía menos la ambición que el deseo de poder ofrecer a sus clientes el mejor vino posible a precios moderados. Sus Rieslings eran para ser bebidos con placer y buena conciencia y no para ser guardados y venerados en el rincón trasero de la bodega.

Sin embargo, a menudo incluso los vinos más sencillos de Mathern tenían clase y carácter. En una cata a ciegas de Rieslings de Nahe, siempre se podían identificar por su estructura firme, su fruta clara y su mineralidad especiada. Sin la más mínima molestia, dejaron su huella y cada sorbo contenía una invitación al siguiente.

El aumento de la calidad no pasó desapercibido para la Asociación Regional de Explotaciones Vitivinícolas Prädikat (VDP), a cuyas peticiones de adhesión se resistió firmemente. También aquí antepuso las necesidades de su clientela a la ganancia de dinero y prestigio.

Por lo tanto, la finca vinícola de Mathern seguía siendo completamente desconocida para los puros "bebedores de etiquetas". Los vinos de Helmut Mathern no eran adecuados como símbolos de estatus. Los que llegaron a Niederhausen lo hicieron movidos por el deseo de disfrutar, no por el de presumir. Puede que la comunidad de seguidores de Mathern no fuera especialmente numerosa, pero siempre era una compañía agradable. Así fue también cuando visité a Helmut Mathern en su bodega hace unas semanas. El tiempo era corto y la gran mesa de madera frente a la casa estaba llena de gente de buen humor, él mismo -amistoso y modesto- en medio de ella.

No conocía a Helmut Mathern lo suficientemente bien como para decir que le echaría de menos personalmente. Pero para la escena vinícola alemana, con sus ruidosas profesiones y sus resultados demasiado a menudo escasos, la muerte de este hombre, que combinaba la moderación con la pasión y la gran habilidad, es sin duda una gran pérdida

Aunque la mayoría de la gente nunca se dé cuenta de ello.

Helmut Mathern murió de cáncer el pasado fin de semana. Le sobreviven su esposa Gloria y sus dos hijos Luisa y Henning.

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