El Barolo puede ser sin duda uno de los mejores vinos de todos. Y entre los más poderosos. Precisamente por eso no hay que conformarse con la mediocridad. Los Barolo realmente débiles son raros, pero su elevado alcohol y sus enormes taninos sólo no son agotadores si se contrarrestan con la necesaria concentración de fruta, profundidad y complejidad. Y lo ideal es finura.
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Si todo confluye, tienes ante ti una obra de arte que no volverás a encontrar en el mundo del vino. Si falta demasiado, el Barolo pierde su encanto, su punto de venta único. Entonces puedes sustituirlo con seguridad por cualquier otro vino pesado. Un gran Barolo te hace olvidar sus dimensiones, uno sencillo te obliga a ello. Vale la pena buscar lo primero, vale la pena casi cualquier esfuerzo.