Es uno de los momentos más emocionantes de un amante del vino: Abrir una botella de vino. No se trata de una simple necesidad para vaciarlo, sino que es un pequeño nacimiento cada vez. ¿Qué saldrá? ¿Qué sabor tendrá? ¿Cómo se presentará junto con la comida? ¿Se puede beber todavía o ya está en capas? ¿O sigue siendo tan inaccesible como hace dos años? Muchas preguntas, cuya respuesta estará pronto en el vaso.
Y es precisamente en este momento cuando lo increíble sucede cada vez más a menudo: ¡corcho! El tricloroanisol (TCA), la sustancia química que desencadena la contaminación del corcho, ha hecho imposible para siempre una respuesta. Nuestra curiosidad no será satisfecha.
Esto es lo que ocurre muchos miles de veces al día. Según las estimaciones -y mi propia experiencia confirma estas cifras-, una de cada diez botellas de vino está afectada por la contaminación del corcho. A menudo se nota, pero a menudo sin que la víctima se dé cuenta del daño. Luego ocurre lo que realmente debería alarmar a los productores y a todos los responsables: El vino queda en la mala memoria y no se vuelve a comprar.
Sin embargo, hay muchas alternativas de cierre: tapones de rosca, tapones corona y otros métodos probados para sellar una botella de bebida de forma hermética y segura. Pero ya con el atributo hermético entramos en el terreno de los mitos en el mundo del vino. "El vino debe respirar a través del corcho para madurar bien". Mientras los bebedores de vino sigan creyendo en este cuento de hadas moderno, también tendrán que soportar la contaminación del corcho.
"Una buena botella de vino también necesita el efecto de estallido adecuado". Una nostalgia cara, porque los corchos no sólo cuestan mucho dinero, sino que destruyen el contenido del 10% de las botellas de vino.
Para mí es incomprensible que el VDP, que por otra parte es tan activo en la promoción de la calidad del vino, no se implique en este asunto; al contrario: al inscribirse en el festival del vino Gutswein del VDP, se pidió a los productores que aceptaran marcar la casilla para que se imprimiera en el catálogo, bajo cada lista de vinos, un alegato del productor a favor del corcho natural.
Espero que se inicie pronto un replanteamiento de base amplia. Para que algo cambie, tanto los productores como los consumidores tienen que recapacitar. Uno no lo hará y no puede hacerlo sin el otro. En cualquier caso, todos los implicados se beneficiarían de un replanteamiento.