Este no es un vino para las fiestas, sino un vino de las fiestas. Además, ya escribí un "Borracho" sobre ello hace dos años. ¿Dos veces el mismo vino (la misma cosecha) en esta columna? Sin duda, una gran excepción. Pero la pregunta me ocupa: ¿Cómo es un vino que una vez se compró en vacaciones - en la bodega - en estado de ánimo vacacional - en medio del paisaje donde crecen las uvas - influenciado por el encuentro con el enólogo - impresionado en una cata espontánea - , cuando el recuerdo se ha desvanecido y la experiencia con el vino queda muy, muy, muy atrás?
De hecho, hace dos años -durante una semana- viajamos por el Périgord, "donde el paisaje, el vino y la cocina, gozan de una excelente reputación incluso entre los gourmets de Francia". Périgord es el nombre histórico de lo que hoy es el departamento de Dordoña, sede del sensual jefe de policía (de ficción) Bruno Courrèges, protagonista de las novelas policíacas del autor Martin Walker. Martin Walker, historiador y periodista político escocés, ha encontrado su hogar adoptivo en esta región y la describe con tanto encanto y entusiasmo en cinco casos de crímenes hasta ahora ("Bruno, Chef de Police", "Grand Cru", "Black Diamonds", "Delicacies" y "Femme fatale") que simplemente hay que ir allí. Por eso fuimos. El sexto caso de Bruno, "Reiner Wein", también acaba de publicarse en alemán (Diógenes Verlag). El título señala incluso que el vino se elabora en la Dordoña, y no sólo en el Bordelais, donde la Dordoña desemboca en el Garona (Haut-Médoc), sino también "más arriba", por ejemplo en el departamento de Dordoña, en el Péricord.
Los vinos no están tan glorificados como los de Burdeos y, por tanto, son mucho menos conocidos. Pero hay más de 12.000 hectáreas de viñedos y 13 denominaciones de origen garantizan el origen regional y la calidad de la región. Entre los vinos de la región, el dulce Monbazillac es sin duda el más conocido, pero casi nadie habla del Pécharmant, con probablemente el mejor y más típico carácter de una hermosa región. El suelo aquí es fuertemente ferruginoso, pedregoso y limoso al mismo tiempo. Esta es la base de un vino que suele ser potente, jugoso y de un aroma muy especial: especiado-mineral, redondo y fuerte, arrastrado por las frutas negras maduras.
Todo esto se ha desvanecido en la memoria, dejando una experiencia vacacional que puede volver a aflorar en mí con el nuevo "caso Bruno". Al igual que con muchos vinos que he encontrado en algún momento, en algún lugar. Por eso abrí y bebí este "X-vin" -una botella que traía de entonces- con gran curiosidad. Es cierto que, en medio de una vida cotidiana muy diferente, algo "surgió" en mí, una sensación de estar con los pies en la tierra, una imagen del paisaje, unos hechos que había olvidado. Hace dos años, escribí en "Getrunken" (http://www.sammlerfreak.ch/wein/archiv/archiv-2012-2/): "Mientras que los vinos de la cercana Burdeos se vuelven cada vez más opulentos, cada vez más pesados, cada vez más poderosamente refinados (y los otros vinos de Bergerac siguen su ejemplo), aquí se pavonea un aparente peso ligero. Pero es un vino con muchos matices, muchos tonos finos y diferenciados, tanto en nariz como en boca."
En efecto, lo es: es una danza del vino, no sólo al beber, sino también en la percepción de todo lo que ofrece una región, una cultura, una historia. Envuelto en un vino que -al menos así lo siento yo- ha crecido claramente, destaca sobre gran parte del vino que consumo. Ha adquirido unos contornos que me parecen cada vez más raros en medio de la "internacionalidad" del negocio del vino. No sólo Bruno, el héroe local de Martin Walker (si quieres aprender algo sobre el Périgord, aquí tienes un vídeo de la televisión suiza, emitido en 2013 en la Kulturplatz : http://www.srf.ch/player/tv/kulturplatz/video/martin-walkers-paradiesische-heimat-p%C3%A9rigord?id=6526ab20-c8e1-4883-9f6d-0317dc62f722), es un apasionante "guía" por el Périgord, este vino también lo es, y ambos son increíblemente divertidos y a la vez marcados por una gran sensualidad.