Y tal vez no lo haga de nuevo. Porque la variedad ha conseguido hacer lo que muchos otros tintos en Alemania aún no han conseguido: desarrollar su propio perfil. El buen Lemberger no es un vino tinto más de Alemania que podría venir de cualquier parte -o, en el peor de los casos, que muchos amantes del vino situarían inmediatamente en Alemania por su banalidad-. Y al menos todos los vinos que hemos podido probar recientemente son buenos
Pero incluso fuera de Württemberg, algunos productores han descubierto su corazón para la variedad que aquí se denomina sobre todo por el modelo austriaco Blaufränkisch, y con resultados convincentes. A diferencia del pujante Sauvignon Blanc, por ejemplo, que con demasiada frecuencia se utiliza para producir los mismos vinos sin rostro y corrientes de siempre, sólo que con otro nombre, parece que más allá de su patria ancestral, son sobre todo los viticultores los que se ocupan del tema del Lemberger/Blaufränkisch y los que tienen la ambición de elaborar un vino especial a partir de él. A veces tiene sus ventajas no estar a la moda.