Laurence Graff, propietario de la antigua bodega de John Platter (el crítico de vinos más influyente de Sudáfrica) es un gran joyero. El lujo está en casa con él. El vino es su afición, su hotel no es un hotel, sino un alojamiento de lujo (las tarifas de las habitaciones oscilan entre 500 y 1600 euros), donde cada piso tiene su propia piscina y todas las comodidades imaginables. "La finca Delaire Graff es sinónimo de lujo, relajación y singularidad, y le garantiza un inolvidable viaje de ensueño a una de las regiones vinícolas más bellas del planeta", dice un anuncio. Hace tres semanas, seguía paseando por allí, probando vinos, maravillado por la belleza (y el lujo). Se ha hecho mucho, se ha arreglado - sólo una cosa no es, la belleza del lugar, la vista, la ubicación. Por eso Platter llamó a la bodega "Delaire" ("Directo del cielo"), y no se equivoca del todo. ¿Y el vino? Ya me impresionó en la bodega, aunque realmente no busco un Burdeos en Sudáfrica. ¿Me he dejado engañar por el lujo? Así que ayer fue la "prueba de fuego", en casa, lejos del célebre lujo. No se trataba -como en el caso de los rituales estudiantiles- de beber vacío, sino del tipo y el contenido de mi "bebida". El vino pasó la prueba. Es una hermosa -digamos más bien- "magnífica" gota, de tipo bordelés (Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc, Merlot, Petit Verdot, Malbec y aparentemente -según los documentos- un siete por ciento de Shiraz (no pertenece a los bordeleses). 
Un Burdeos moderno -dirían muchos de mis amigos bodegueros-: un Burdeos hecho, definitivamente apto para la mayoría, pero con un toque de lujo (y belleza). El lujo está en la suavidad, la elegancia y la complacencia. ¿Y el precio? Esto es lo que más me sorprende: con muchos vinos sudafricanos no sólo es moderado, incluso económico, aquí ronda los 20 euros. Veinte, quizá veinticinco euros por un burdeos impecable (pero no de Burdeos). Robert Parker, o Neal Martin, sólo le dio 88 puntos (la única calificación en 2010). Mi impresión es que el vino proviene de la región vinícola "equivocada", de lo contrario habría alcanzado los 90 puntos hace tiempo. John Platter, por su parte (quizá no del todo neutral), otorga al 2012 4,5 estrellas (sobre 5) y está -en mi opinión- en lo cierto. La media estrella que falta se debe probablemente a la calificación potencial, porque el vino todavía necesita algo de bodega.