Cuando se habla de los vinos de Berlou (Languedoc), se suele hablar también de la Coopérative, porque es la que marca la pauta aquí, fuera de los caminos trillados en el valle del Orbe, al pie de las Cevenas (mejor: sus estribaciones). Hace unos diez años, el pequeño pueblo vinícola (200 habitantes) creó su propia denominación comunal (Saint-Chinian Berlou). No se trata de una simple peculiaridad o idiosincrasia del Languedoc, sino que ofrece a los amantes del vino una cierta garantía de calidad y, sobre todo, de independencia de un terruño. Justo en una región vinícola, la más grande de Francia, en la que el vino de masas dominó durante décadas, con mucha Cariñena, una variedad de uva supuestamente poco aromática y bien adaptada a los grandes rendimientos, la idea del terruño tiene una función central: "Hemos vuelto a nuestras raíces", dice el director de Les Coteaux de Berlou. Y puede estar orgulloso de ello, ya que los vinos de Berlou se encuentran entre los mejores de la región, al menos entre los más independientes y con más carácter.