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Gantenbein Pinot BlancDespués del Pinot Blanc de Peter Wegelin, ahora este dulce Pinot Blanc de Gantenbein. Once años más -casi estoy tentada de decirlo- y ni siquiera un poco de cansancio. Es una rareza -como gran parte de lo que hacen los Gantenbein- y ni siquiera figura en su sitio web. Tal vez el bodeguero creativo ya no hace vino así, no lo sé. La botella, a la que llegué por lazos de amistad (no directamente con el viticultor), la he guardado durante mucho tiempo, atesorándola y presentándola ahora a mis amigos alemanes del vino, como parte de una cata de más de treinta vinos suizos. Causó asombro, pero no golpeó en absoluto. Así que pude beberme el resto -probablemente la mitad de la botella- yo mismo, y disfrutarlo a mi antojo. Y lo disfruté, el vino. No hay dulzura de caramelo, no hay indicios de botrytis, no hay dulzura de vino de hielo plano - un vino directo, se puede decir tal vez de tono puro, mirabeles, melones, pomelo, peras, mandarinas... He "bebido" sin parar - una y otra vez - con la nariz. A pesar de que se empiezan a notar algunos "tonos de la edad", es un juego de narices precioso al que le dedico una buena media hora. No es suficiente, ahí empieza sólo, la ocupación con el vino LNR_70630

Estoy solo en casa, tengo tiempo para implicarme, no me tiene que gustar el vino ni decir nada medianamente inteligente. Puedo soñar solo en el vino, tan profundo como quiera, tan largo como quiera. Estoy infinitamente agradecido a mis amigos por, digamos, pasar por alto este vino. Así que ahora puedo ver, ver mejor.

Y como siempre, cuando pasas más tiempo con un buen vino, te pones a cavilar, a fantasear (no puede ser el alcohol, porque el vino sólo tiene 9,6%vol). Debe ser el estado de ánimo que me pone el vino. No soy un bebedor de vino dulce, tienen que ser secos, incluso los blancos (los tintos de todos modos), lo más seco posible. Pero este vino me inspira, me transporta, durante más de una hora. ¿Adónde? Esto, que es probablemente lo decisivo, no puede describirse de forma tan sencilla. No es un producto del intelecto. Es otra realidad que, con los buenos vinos -si te tomas tu tiempo y mantienes la mente abierta- aparece de vez en cuando, de forma tenue, quizá demasiado fugaz, quizá sólo una vez. No importa, esa vez vale la pena.

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