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Gaja es un icono, y como icono desafía cualquier valoración "neutral". Se puede girar de la manera que se quiera, ya sea con la pátina rayada o pulida, la pátina. Esto no se debe tanto al icono, sino a la forma en que tratamos las imágenes de los sueños. Todo empieza por el precio: lo que cuesta mucho debe valer también mucho. Surge la disponibilidad: lo raro es el objeto de nuestro deseo. Por último, es la ocasión en la que se establece un icono, en este caso borracho. ¡No puede ser la vida cotidiana!

Gaja 1994 ca. 100 € Ayer, tuvimos amigos en casa, un Gaja llegó a la mesa, al decantador, a la copa. En homenaje a nuestros invitados, porque ya he estado en el Piamonte con ellos, me paré frente a la puerta prohibida del pueblo montañoso de Barbaresco, donde el icono está en casa. No es accesible, no es accesible, como mucho se puede llegar a través de un interfono.

No me he ganado el derecho a hablar con el icono. En este caso, no soy lo que he sido toda mi vida profesional, un periodista, un periodista de televisión. No vengo de la televisión ni de ningún periódico. Simplemente vengo de mi casa y me quedo allí porque las imágenes de los sueños me pertenecen, a todas las personas, en realidad. En lo profesional, a menudo los persigues, en lo privado, sólo te detienes un momento para volver pronto a la vida cotidiana.

Así que ayer no era la vida cotidiana, era el día del icono. Y llegó como tenía que llegar. La vida cotidiana era más fuerte. Teníamos un buen Barbaresco en la copa, ya ligeramente degradado o digamos madurado hasta la moderación.

Equilibrado, se dice, incluso denso, se podría decir. Pero la potencia ha dado paso por completo a una elegancia que parece algo marchita, contenida en la tan citada "nariz de Barbaresco": bayas silvestres, regaliz, alquitrán y rosas. Las rosas tampoco son ya frescas, pero han conservado su estructura sedosa.

Como puedes ver, mi manejo del icónico Gaja tampoco es despreocupado. ¿He dañado ahora la pátina o la he puesto bajo una nueva luz? Dejo el juicio a otros, me vuelvo sobrio, objetivo: era un vino bueno, bien madurado, diferenciado, bonito. Nada más. Pero era un Gaja.

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