Los días especiales exigen -para los amantes del vino- vinos especiales. La Navidad, la Nochevieja y el Año Nuevo son esos días. Suelo sacar de la bodega un "consejo interno", algo que puede ser o promete ser una experiencia especial; algo que me impresionó mucho en algún momento y por eso acabó en mi bodega. Estos días tan especiales en el calendario son lo suficientemente "sagrados" como para no sacar "sin más" un vino caro de la bodega, calificado (y con un precio) especialmente alto según la evaluación común. Para mí, el amor al vino es mucho más importante que la clasificación entre los mejores. Esto es especialmente cierto en el caso de las regiones vinícolas con un valor de prestigio (demasiado) alto, como Borgoña o el Bordelés. Por eso, en esos días solemos tener nombres "pequeños", menos conocidos (o incluso desconocidos), pero experiencias vinícolas emocionantes, sorprendentes, inusuales, incluso únicas.