De vez en cuando compro una caja de degustación en una bodega que apenas conozco, pero que me convence en una cata. Es la famosa y algo manida imagen del "gato que no se compra en una bolsa". Eso es lo que ocurrió en otoño, en mi primera visita a la Cueva Biber en Salgesch. ¿Salgesch? Sí, el pueblo vinícola situado en la frontera entre el Alto Valais germano y el Bajo Valais francófono. Allí, donde hay un sello de calidad propio, el "Salgesch Crand cru". Esta norma, introducida por los viticultores hace 20 años -con reglas estrictas y un jurado igualmente estricto- me resulta muy atractiva, sobre todo por una de las reglas: "El envejecimiento en barricas está expresamente prohibido". Esto nos acerca mucho más al terruño, al origen de los vinos. Pero este es otro capítulo.