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"El diablo está en los detalles, y la búsqueda de la excelencia significa prestar atención a todos los detalles". Esta frase es una compañera importante en la creación de los vinos de Bodegas Roda en Rioja. Esta atención va de la mano de la confianza básica en que la naturaleza aportará su parte, franca y sin adornos.

Si se tienen en cuenta las múltiples tareas que intervienen en la producción del vino -los pasos individuales necesarios, desde la vid que produce la uva hasta el vino que se embotella-, este proceso polifacético puede compararse con el funcionamiento orgánico de una orquesta: "Trabajamos en equipo", dice Víctor Charcán, Director Comercial de Bodegas Roda, para ilustrar el entrelazamiento de estos diferentes pasos en el proceso de elaboración del vino. "Si se quiere, la figura destacada -nuestro director de orquesta, por así decirlo- es Agustín Santolaya, director enológico y general de Roda. Isidro Palacios es el responsable de viticultura y Carlos Díez de la Concepción es el enólogo". Junto con todos los demás, los tres hombres viven la visión de producir grandes vinos que sean accesibles a una edad temprana y que también tengan potencial de envejecimiento. "Éste ha sido el principio rector desde nuestra fundación".

Una visión llena de vida

Fue la visión de Mario Rotllant y Carmen Daurella la que sentó las bases de la bodega boutique en 1987. Ambos vendían vinos de alta calidad de las reputadas regiones vinícolas de Burdeos, Borgoña y Piamonte. Pero ahora querían emular a las grandes casas y creían en el potencial del terruño riojano. El Barrio de la Estación de Haro está situado en el corazón de la región, un lugar único que capta la esencia de Rioja y permite viajar en el tiempo a través de siglos de viticultura y elaboración del vino. Para hacer justicia a este patrimonio histórico, la producción es limitada, ya que el enfoque de la bodega claro es la calidad. Con su primera añada en 1992, Bodegas Roda marcó así un punto de inflexión en el mundo del vino en la DOCa Rioja, ya que volvió a hacer hincapié en el viñedo y trabajó con una intervención mínima en la bodega. "Privilegiamos la fermentación espontánea en barricas de roble francés, la fermentación maloláctica en barrica y la crianza durante un máximo de 18 meses en barricas de roble francés, que fue una revolución en los años 90, pero que hoy es más habitual". Pero nunca se trató sólo de producir vinos de alta calidad. "Nuestros vinos también deben contar la historia de su lugar de origen, el clima y la añada", dice Charcán.

Gran predominio de cepas tintas

Por eso, la bodega ecológica de 80 hectáreas también es muy selectiva a la hora de elegir sus viñedos. "Sólo tenemos viñas en vaso, no regamos adicionalmente y mantenemos la cubierta vegetal natural. Las estribaciones de los montes Obarenes, los meandros de Tondón y las faldas del Monte Toloño están entre nuestros mejores viñedos". Aquí madura principalmente la variedad tinta Tempranillo (más del 80%), seguida de Graciano y Garnacha. Sólo el 5% de los viñedos están plantados con variedades de uva blanca como Viura, Garnacha Blanca y Malvasía. "Los suelos predominantes en el noroeste de la DOCa Rioja y por los que nos decantamos son areniscas, suelos pobres y zonas de colinas". Sólo el dúo de variedades tintas Graciano y Garnacha maduran en suelos arcillosos. Estos diferentes elementos se unen bajo la atenta mirada de toda una orquesta de personas que los acompañan para crear vinos "que abren una ventana al paisaje riojano que tanto amamos y que nos esforzamos por preservar".

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