No sólo la variedad de uva insignia Blaufränkisch encuentra las mejores condiciones de maduración en la bodega Gesellmann, en el centro de Burgenland. Aquí también brillan uvas internacionales como Merlot, Pinot Noir y Chardonnay. La familia de viticultores demuestra cómo tender puentes entre las variedades de uva regionales e internacionales con gran sensibilidad y los más altos estándares.Si se pregunta a la pareja de viticultores Silvia y Albert Gesellmann qué hace tan especial la ubicación de su bodega familiar del mismo nombre, no lejos del lago Neusiedl, la respuesta es clara: "El clima de Panonia". Una palabra mágica que caracteriza las 50 hectáreas de viñedos que rodean el pueblo vinícola de Deutschkreutz en Mittelburgenland. Aunque lugares privilegiados como Hochberg, Siglos y Steinriegel y el suelo arcilloso calcáreo en el que crecen las vides son parámetros ideales para la viticultura, son las condiciones climáticas especiales las que marcan la diferencia decisiva.
Los días soleados, en los que las temperaturas son muy agradables hasta finales de otoño, y las noches frescas proporcionan las condiciones perfectas para unos vinos ricos en finura y grandeza. Y son precisamente éstas las que pretende crear la apasionada familia de viticultores.
La finca Gesellmann se menciona por primera vez en un documento en 1719 y se conoce como bodega familiar desde 1767. Desde entonces, muchas generaciones han contribuido a preservar y transmitir los conocimientos acumulados conjuntamente y a redefinirlos en combinación con la modernidad. Cada generación ha dejado su huella, ha añadido una pieza al patrimonio y también ha logrado uno o dos hitos. Uno de ellos -en la propia historia de la familia, pero también en la historia de la viticultura en Burgenland- lo marcó el padre de Albert, Engelbert Gesellmann, en los años ochenta con la plantación de variedades de uva internacionales y su crianza en barricas francesas, toda una novedad en Austria en aquella época. Los resultados de este empeño pionero se cuentan entre los iconos de hoy: la Cuvée Opus Eximium desde 1988 y la Cuvée Bela Rex, elaborada por primera vez en 1992. Aunque Cabernet Sauvignon y Pinot Noir formaron parte integrante de Opus Eximium en los primeros años, desde hace más de dos décadas sólo se elaboran con las tres variedades de uva autóctonas Blaufränkisch, St. Laurent y Zweigelt. Un compromiso que refleja los pilares de la filosofía Gesellmann: Vivir la regionalidad, preservar la tradición y permitir el progreso.
"En armonía con la naturaleza, queremos crear vinos con un fuerte carácter que sean típicos de la región cada año", ha sido el principio rector del enólogo y maestro bodeguero Albert Gesellmann durante muchos años. Esto va de la mano de muchas decisiones y momentos conscientes en la orientación de la bodega, pero también en el transcurso de una campaña vinícola. Y es que los Gesellmann no sólo viven la conexión entre el hombre y la naturaleza con una clara apuesta por el cultivo ecológico, sino también en pasos de trabajo tan elaborados como la vendimia pura a mano. "Atención plena en el pensamiento y la acción. Alegría en la creación. El vino como expresión de todo ello", afirma el viticultor, lleno de gratitud por el éxito de su trabajo y de sus vinos.
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