La reforma del mercado vitivinícola de la UE, que entró en vigor el 1 de agosto de 2009, se centra en el principio del origen en la designación del vino. Según esto, un vino es de mejor calidad cuanto más se pueda definir su origen geográfico. La nueva normativa distingue entre vinos con denominación de origen protegida (DOP), vinos con indicación geográfica protegida (IGP) y vinos sin denominación de origen protegida. En la primera parte de nuestra serie de artículos explicamos detalladamente los antecedentes y la terminología de la reforma.
La nueva ley de denominación de vinos es relativamente fácil de aplicar en países como Italia, Francia y España, ya que utilizan el sistema de denominación románica para sus vinos, que también se basa en el principio de origen. Alemania y Austria, en cambio, utilizan el sistema de denominación germánica, que se basa en el principio de calidad. En este caso, la calidad del vino viene determinada por la madurez fisiológica de las uvas, que puede determinarse por el peso del mosto: cuanto mayor sea el peso del mosto (en Alemania se mide en grados Oechsle, en Austria en grados KMW para Klosterneuburger Mostwaage), mayor será la calidad del vino según esta definición.