La región del suroeste de España, Extremadura, fue en su día la "casa pobre de la península ibérica" (Miguel Torres). Tras la adhesión de España a la UE en 1986, se inició un dinámico desarrollo en esta región con la ayuda de inversores privados y fondos estructurales de la UE. Sin embargo, Extremadura sigue siendo una de las regiones más pobres de la Unión Europea. Sin embargo, numerosos signos de un nuevo comienzo dan lugar a la esperanza: Al estar alejada de la mayoría de las rutas turísticas, Extremadura es un refugio para los individualistas, los amantes de la naturaleza y de España interesados en la rica historia de este país poco poblado.
Extremadura -conocida por la España antigua y medieval, por la ganadería, las especialidades de jamón y los vinos de la DO- no ofrece la infraestructura perfecta de una región turística plenamente desarrollada. El turismo de masas es desconocido aquí, ninguno de sus pueblos y municipios pertenece a la "Asociación Española de Ciudades del Vino", ninguna de las once rutas del vino españolas pasa por la región. La Extremadura enfrenta al viajero con la historia, con la naturaleza, la inmensidad, la soledad... y con inesperadas delicias gastronómicas.
Extremadura, ¿en la estela?
El gran narrador y escritor de viajes holandés Cees Nooteboom también describe sus estancias en Extremadura en su cuaderno de viaje "El desvío a Santiago": "El paisaje es austero, clásico, árido, los lugares parches de blanco que hieren los ojos. Puedes ver a la gente que viene de lejos, nítidamente delineada en esta luz que define a las personas como figuras, las dimensiones del paisaje dan a cada paseo algo solemne". Solemne, a veces sublime, a veces de una grandiosa monotonía: la tierra del suroeste español "más allá del Duero" (Extremos del Duero) sigue siendo hasta hoy una tierra de "extrema dureza". Si el nombre se refiere a la proximidad geográfica de Portugal, ésta puede ser una traducción geográfica e históricamente correcta; pero la tierra y el clima, la extensión a veces grandiosa y a la vez inquietante y la tranquilidad primigenia, el aire resplandeciente y la sequedad de los campos en verano sugieren también la segunda traducción: una vida de extrema dureza, una vida bajo los extremos climáticos, pero también -parece hoy- una vida en la inmerecida corriente del presente a pesar de su glorioso pasado.
No siempre fue así: esta encrucijada milenaria de migraciones y marchas militares, esta línea de frente del islam y el cristianismo, este escenario de ocupación y reconquista (Reconquista) vio pasar a celtas y cartagineses, romanos y moros. El paisaje en sí se ha mantenido como siempre a lo largo de los siglos: bastante austero y desafiante, con la excepción del norte, más húmedo y dotado de reservas naturales ricas en especies. Una región de España en la que, para el apasionado viajero Cees Nooteboom, los nombres de los lugares "volverán a cambiar de repente de una caricia a un latigazo cuando caiga en desgracia, sea presa de la confrontación, de la dureza sin concesiones de Extremadura".