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Los viticultores de Burdeos buscan nuevas estrategias para reducir los peligros de las cada vez más frecuentes heladas tardías de primavera. En los últimos siete años, los viñedos de Burdeos han sufrido tres grandes episodios de heladas: 2017, 2019 y 2022, además de las cosechas de 2020 y 2021, en las que los daños por heladas fueron menos graves, pero aun así causaron ansiedad entre los productores. El fenómeno, difícil de predecir, costó a muchas explotaciones una parte importante de la cosecha en algunos años. El rendimiento medio de los viticultores descendió notablemente. Se conocen las razones, pero hasta ahora no hay posibilidades suficientes de actuar preventivamente, informa La revue du vin de France.

"La culpa la tiene la desincronización del clima y el ciclo vegetativo de las vides, inviernos más suaves y brotación más temprana", explica Annabel Garçon, consejera vitícola de la Cámara Departamental de Agricultura de Gironda, responsable de la ayuda contra las heladas. Para ella, hay un planteamiento activo y otro pasivo para combatir el problema. La mayoría de los productores ya están aplazando la poda, así como el cultivo del suelo y otros trabajos en el viñedo, para ganar unos días frente a las heladas. Esta estrategia de "lucha pasiva" se practica a gran escala. "Pero sólo funciona durante las heladas de la primera quincena de abril", advierte el enólogo Jean-Sébastien Capdevielle, del Château L'Evêché, en Saint-Emilion.

Falta una estrategia global para la región, cada viticultor tiene sus propias ideas, dice Annabel Garçon. Entre las posibilidades figuran turbinas eólicas de protección contra las heladas, velas y cables calefactores en los viñedos. Sin embargo, estos sistemas son caros y repercuten en el medio ambiente. Sólo las grandes explotaciones han invertido ya en este tipo de técnicas. También es dudoso que los residentes locales acepten el ruido y la contaminación de estas instalaciones. "No podremos calentar 100.000 hectáreas de viñedos al año mientras no haya derecho a calentar las terrazas de París", advierte el enólogo Jean-Christophe Mau, de Château Brown.

En este contexto, los viticultores miran con esperanza a los equipos de protección que siguen prohibidos, especialmente las velas. "Funcionan y no tienen impacto en el medio ambiente", argumenta Jean-Sébastien Capdevielle. Pero el "Institut National de l'Origine et de la qualité" francés INAO (Instituto Nacional de Origen y Calidad) teme efectos considerables sobre el terruño y hasta ahora se opone a ellas.

(ru / Fuente: La revue du vin de France)

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