![]() |
Janette Bruwer |
"¡Has traído el mal tiempo contigo!" Jeanette Bruwer finge estar de mal humor por un momento, pero inmediatamente vuelve a sonreír en toda su cara. De hecho, en Robertson está lloviznando y la temperatura es de unos modestos 19 grados centígrados. No es exactamente lo típico para un día de primavera en esta cálida región de Sudáfrica; al fin y al cabo, la temperatura media diurna aquí en verano es de casi 29 grados e incluso en invierno sigue siendo un orgulloso 21. Pero octubre y noviembre de 2007 resultaron ser comparativamente frescos. "Ha llovido mucho", suspira Jeanette Bruwer, que dirige Springfield Estate con su hermano Abrie. Ella se encarga del marketing, mientras que Abrie se ocupa de la vinificación. Sin embargo, ambos tienen que explicar una y otra vez el estilo tan especial de sus vinos, ya que Springfield está considerada una de las bodegas más experimentales del país.
Una nueva salida en el noreste
Pero no siempre fue así. Hasta hace unos años, Robertson, a unas dos horas en coche de Ciudad del Cabo, era considerado un mero proveedor de uvas para las bodegas del sur. Pero eso terminó, como muy tarde, en 1994, cuando Nelson Mandela fue elegido presidente. El boicot internacional había terminado y un futuro democrático parecía posible. Springfield decidió embotellar ellos mismos los vinos en el futuro y conquistar los mercados nacionales y extranjeros. Jeanette Bruwer recuerda: "La siguiente vez que vino el comprador y nombró los precios de la uva, le dijimos enseguida que podía volver a cerrar su portátil". La decisión fue fácil y difícil a la vez. Por un lado, los Bruwer querían por fin producir el vino tal y como lo imaginaban; por otro, ahora tenían que invertir mucho dinero en depósitos, barricas y equipos de embotellado.