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¿Qué hay que tener en cuenta a la hora de transportar el vino?
Básicamente, al transporte de vino se le aplican normas similares a las del almacenamiento de vino.
En primer lugar, es importante que las botellas estén protegidas contra los daños. Esto se puede conseguir de forma fiable con las cajas de envío de botellas disponibles en el mercado, que se pueden adquirir en todas las oficinas de correos, de los fabricantes de embalajes o de los servicios de mensajería. Los embalajes de poliestireno o con ayuda de plástico de burbujas también cumplen su función, aunque son menos prácticos. Atención: algunos proveedores de servicios de envío sólo aseguran la mercancía si se utiliza un embalaje certificado oficialmente (cajas de envío).
Además, los dos principales peligros del transporte de vino son, por un lado, las temperaturas demasiado altas y, por otro, las fuertes fluctuaciones de temperatura. Ambos afectan al aroma y a la estabilidad del vino. Así que conducir un maletero lleno de vino durante dos semanas en unas vacaciones de verano a más de 30 grados no es definitivamente recomendable. Una señal de que un vino ha estado expuesto a temperaturas demasiado altas es a veces el hecho de que el corcho esté húmedo y sobresalga un poco de la botella. Sin embargo, esto es, en el mejor de los casos, un posible indicio y en ningún caso una pista fiable.
Las vibraciones durante el transporte también pueden tener un efecto negativo en el vino, ya sea por los baches de la carretera, el arranque y el frenado o el paso por las cintas transportadoras del proveedor de servicios. Por este motivo, es aconsejable dar al vino un cierto período de descanso después del transporte, para que pueda volver a encontrar su equilibrio. Una o dos semanas es un periodo seguro para ello.