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¿Cuándo abonar el vino?
Aunque esta es a menudo la expresión coloquial: No es el vino el que se abona, sino las vides en el viñedo. Como todas las plantas, la vid necesita nutrientes para crecer. Dado que los viñedos son grandes monocultivos, estos nutrientes deben ser suministrados, al menos en parte, desde el exterior; este es el objetivo del abonado. Además del consumo de nutrientes por parte de las propias vides, el suelo es arrastrado por las lluvias y la erosión.
La salud del suelo es esencial para la producción de vino de alta calidad. La biodiversidad y la gestión orgánica son factores importantes que favorecen la salud y el contenido de humus del suelo del viñedo.
En Alemania, la base legal para la fertilización la proporcionan la Ley de Fertilizantes, la Ordenanza de Fertilizantes y la Ordenanza de Fertilizantes. Además, se aplican las normas de la ley del vino y de la ley de protección fitosanitaria.
La cantidad de abono y el calendario de fertilización dependen del contenido de nutrientes del suelo. Mediante los análisis del suelo, el viticultor determina si el suelo del viñedo tiene una carencia de nutrientes y en qué forma. Esto determina cuándo y cuánto fertilizante se aplica. Lo que se utiliza para abonar depende esencialmente de si el viticultor trabaja de forma convencional, integrada o ecológica.
Uno de los nutrientes más importantes para la vid es el nitrógeno. Este elemento es indispensable para el crecimiento de las plantas y también interviene en la formación de clorofila para la fotosíntesis. Además, la vid necesita minerales como el fósforo, el potasio, el magnesio y el calcio, entre otros.
La fertilización puede realizarse con sustancias orgánicas o inorgánicas (minerales); los abonos orgánicos son, por ejemplo, el estiércol, los purines, el compost, el mantillo, la madera de la vid y el orujo, mientras que los inorgánicos son las sales minerales.