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¿Qué agua se sirve con el vino?
El agua es un compañero indispensable tanto en las catas como en las comidas. Neutraliza las papilas gustativas y ayuda a regular el equilibrio de los líquidos. Una regla general dice que cuando se bebe vino hay que beber al menos la misma cantidad de agua, o mejor aún el doble, para reducir la intoxicación y evitar la resaca.
Al catar el vino, el agua debe ser lo más neutra posible, es decir, no demasiado rica en minerales, porque entonces suele tener un sabor salado. Por lo tanto, no se recomiendan las aguas curativas, que suelen tener un contenido mineral especialmente elevado. El ácido carb ónico también debe ser más bien moderado, porque un exceso de ácido carbónico puede distorsionar el sabor y la textura del vino. Sin embargo, el uso de agua mineral con más o menos gas o completamente sin gas depende en última instancia de sus propias preferencias o de las de sus invitados. Es aconsejable proporcionar al menos un agua con carbonatación moderada (media) y otra sin carbonatación (sin gas).
El agua del grifo es siempre la primera opción para la cata de vinos, ya que es completamente neutra.
No hay que subestimar la interacción entre el vino y el agua mineral. Los factores más importantes son la mineralización y el contenido de dióxido de carbono del agua, que, en combinación con determinados ingredientes del vino(azúcar, acidez, tanino), influyen en la percepción sensorial. En el restaurante, el sumiller también estará encantado de aconsejarle sobre la selección de un agua adecuada para acompañar el vino